Lo que comenzó como una cita migratoria de rutina, terminó en una deportación ejecutada por los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), que sacudió a la comunidad de Live Oak, en Florida (EEUU)
De acuerdo con People, María Isidro, madre mexicana y esposa de un pastor evangélico, fue detenida el 3 de junio tras presentarse voluntariamente ante ICE.
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Después de 27 años viviendo en EEUU, fue trasladada a un centro de detención en Texas y deportada a Matamoros (México), el pasado 11 de junio.
La historia de Isidro no es la de una fugitiva. Durante años cumplió con sus revisiones migratorias y había iniciado trámites legales para regularizar su estatus.
En 2023, incluso recibió la aprobación del formulario I-130, un paso clave en el proceso de legalización.

Sin embargo, el Departamento de Seguridad Nacional argumentó que desde 2004 existía una orden final de deportación por no asistir a una audiencia, y que ya no quedaban recursos legales disponibles.
La portavoz de la agencia, Tricia McLaughlin, explicó que, aunque la orden estuvo activa durante veinte años, fue aplazada en repetidas ocasiones gracias a decisiones discrecionales de las autoridades. Dijo, que esto, le permitió quedarse en el país por largo tiempo.
La portavoz agregó que Isidro “agotó todo el debido proceso y no cuenta con recursos legales adicionales”. Por tanto, señaló que su remoción fue ejecutada conforme a los procedimientos vigentes.
Lo que más ha indignado a su familia y defensores de derechos humanos es la forma en que se ejecutó la deportación. Según su hija, María no tuvo acceso adecuado a atención médica. A pesar de padecer diabetes, fue esposada de muñecas, cintura y tobillos durante un traslado de 15 horas, y apenas recibió alimentos o agua.
La comunidad local, que la conocía como una figura respetada y sin antecedentes penales, ha expresado su consternación.