En un giro positivo para la economía de EEUU, la inflación registró su nivel más bajo en más de tres años.
Según los últimos datos de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), el índice de precios al consumidor (IPC) se desaceleró al 2.5 % en agosto, una disminución significativa desde el 2.9 % registrado en julio.
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Este descenso es importante, ya que la inflación no había estado tan baja desde febrero de 2021. En consecuencia, la desaceleración de la inflación ha sido recibida con optimismo tanto por los consumidores como por los mercados financieros.
La Reserva Federal, que ha estado luchando contra el aumento de los precios con una serie de aumentos de las tasas de interés, ahora tiene más margen para considerar una posible reducción de las mismas en su próxima reunión.
Sin embargo, la inflación subyacente, que excluye los precios volátiles de los alimentos y la energía, aún muestra un aumento del 0.3 % mes a mes, lo que indica que la batalla contra la inflación no ha terminado por completo en los Estados Unidos.
IMPACTO DE LA DESACELERACIÓN DE LA INFLACIÓN
El impacto de esta desaceleración se siente en varios sectores de la economía. Los precios de los alimentos han crecido a un ritmo más lento, situándose en un 2.1 % anual, el nivel más bajo desde mayo de 2021.
Además, los precios de la gasolina han disminuido más del 10 % en comparación con el año anterior. En concreto, con un descenso del 0.6 % mensual y del 10.3 % anual. Esto ha aliviado a muchos consumidores, quienes lidiaron con altos costos de energía.
A pesar de estas mejoras, muchos estadounidenses todavía sienten el impacto de los aumentos de precios de los últimos años y esperan que la política termine de jugar a su favor, cuando cada vez falta menos para las presidenciales de noviembre.