Una mujer estadounidense denunció que su esposo venezolano deportado a El Salvador en condición de terrorista, tenía en proceso trámites de residencia, permiso de trabajo e incluso estatus de protección temporal en Estados Unidos.
“Para empezar, mi esposo no es pandillero. Él se salió de su casa a los 15 años. Él vendía fruta en la calle y luego vendía accesorios para los teléfonos también. Aprendió a cortar pelo para meterse a las barberías, limpiaba estufas de los restaurantes. Lo que le saliera él lo hacía», contó Angie González, al medio El Faro desde El Paso, Texas acerca de su esposo Jesús Alberto Ríos Andrade.
Tras su llegada a Estados Unidos, Ríos empezó a trabajar en el sector de la construcción. Su esposa confirmó que lo trasladaron a El Salvador cuando vio su nombre en la lista de 238 venezolanos deportados como terroristas de manera irregular, sin un juicio, ni derecho a la defensa.
González dijo a El Faro que su esposo no tiene antecedentes delictivos, pero cree que fue blanco de las autoridades por un tatuaje de una rosa en su cuello. Autoridades estadounidenses han usado tatuajes como única prueba para condenar por terrorismo a decenas de migrantes venezolanos.
Ríos ingresó a Estados Unidos en julio de 2023 como aplicante de asilo. “Él no entró ilegalmente, les estaban permitiendo entrar porque venían buscando asilo. Ellos mismos les estaban abriendo la puerta del muro”, dijo González.
Aunque él tenía la intención de vivir en Maryland, se quedó en Texas al conocerla y se casaron el 10 de septiembre de 2024. No obstante, cometió un error al faltar a una cita con un juez de los servicios de migración. “Él tenía un brazalete electrónico con GPS y se tenía que estar reportando con una foto todos los días. Los de migración vinieron a hacer visitas”, dijo González.
La detención ocurrió el 1 de febrero en su propia casa. «Salí corriendo y uno de migración me dijo que tenía orden de captura».
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Ríos fue enviado a un centro de deportación en Nuevo México. Hicieron planes para verse mientras se tramitaba la residencia. “Yo le dije: ‘si te deportan a Venezuela, no importa, porque cuando te arreglen tus papeles tú vuelves a entrar para acá’”.
Desde la detención, ambos permanecieron en comunicación constante hasta el 15 de marzo, cuando él le dijo que se estaban alistando para abordar un avión que presumía que lo llevaría a Venezuela.
Tras esa llamada, González llamó el mismo día a los dos centros de detención donde su esposo había estado. En El Paso, un hombre que le atendió dejó descolgado el teléfono. “Yo lo escuché que dijo: ‘ah, ese es el wey que se llevaron a la prisión esa fea de El Salvador’. Yo sentí que me moría”, dijo González.
Al día siguiente, Ríos desapareció del sistema de rastreo de detenidos de ICE.
“Yo lo buscaba en los videos y en las fotos, pero no lo veía”. Lo confirmó hasta que leyó el nombre en la lista. “Soy americana, tengo derecho a que me digan dónde está mi esposo. ¿Cómo pueden tener a una ciudadana que ha hecho sus cosas bien aquí en los Estados Unidos sufriendo por el hombre que ella se enamoró?”, añadió González.
“Yo le digo a mi gobierno: ‘okay, depórtenlos, pero a su país’. Esto es una cosa monstruosa, una cosa del diablo. Tengo pesadillas. A veces pienso que él está muerto”, reclamó.
INOCENTES EN EL SALVADOR
Según fuentes del gobierno de El Salvador, que hablaron en confidencialidad, aproximadamente 50 de los 238 migrantes enviados a El Salvador no tienen ninguna vinculación con el Tren de Aragua y están completamente libres de delitos.
A pesar de que la mayoría de estas detenciones y la deportación se llevó a cabo de manera arbitraria, ni el gobierno de El Salvador, ni la Casa Blanca han asomado la posibilidad de regresar a las personas inocentes a los Estados Unidos.