Por María Laura García
Sin duda alguna, la traición o el engaño está entre las cosas más dolorosas que puede experimentar un ser humano ¿Estás de acuerdo conmigo? Pega en el alma porque casi siempre el que nos ofende y se burla de nuestra buena fe es una persona de confianza, muy cercana a nosotros; sea nuestra pareja, un familiar, un amigo, compañero de trabajo o un empleado de mucho tiempo.
La traición daña como nada en este mundo el espíritu humano. La humillación y la decepción nos descompone. Nos deja una herida tan grande que nos dificulta por un tiempo poder confiar en otros, razón por la cual se hace muy necesario hacer el trabajo emocional necesario para sanar el alma; aunque algunos opinen que esas heridas nunca se cierran.
La traición es cometida por la debilidad de quien nos falla, o por su exceso de egoísmo o su falta de empatía con el entorno porque siempre sus intereses están de primero en la lista por encima de cualquiera, de hecho, los expertos aseguran que existe una cierta o total intencionalidad. Generalmente, son actos deliberados, fruto del egocentrismo del traidor que rompe nuestra confianza porque su único objetivo es beneficiarse. De hecho, está consciente que está faltando a su palabra.
Existen diversas formas de traición, incluso hasta podríamos traicionarnos a nosotros mismos, para conseguir un bien, aunque sea momentáneo. Sin embargo, todo tipo de traición, tienen algo en común: la ruptura con un compromiso establecido, tanto implícita como explícitamente; más la ruptura de la confianza de la otra persona.
Existen personas que por conseguir aquello que anhelan y quieren, son capaces de manipular y pasar por encima de cualquiera, porque no tienen estructura moral y lo hacen sin ningún tipo de remordimientos.
El ser humano necesita confiar …
Todos necesitamos desarrollar vínculos afectivos y de confianza con otros para poder vivir con salud mental, y de eso se aprovechan los estafadores emocionales.
Es más, si nosotros somos el victimario y lo pensamos bien, en toda traición que hagamos, somos las primeras víctimas. Da igual si es a una persona querida o no, o si nos faltamos a nosotros mismos, puesto que, en todo engaño, algo muere en nosotros.
Cuando nos traicionan, siempre, todas las heridas pasadas se abren nuevamente y quedamos expuestos a la desesperanza y al vacío. Nos fracturamos por dentro. Ahora bien, si nosotros o el traicionado cuenta con herramientas mentales y suficiente apoyo de su entorno, logrará salir del pozo, aunque le cueste un gran esfuerzo.
Como sacudirse el polvo y seguir adelante…
Una traición se supera analizando lo sucedido y tratando de entenderlo. Debemos evaluar si existió una intención deliberada.
No debemos culpabilizarnos, ya que la otra persona fue la que decidió comportarse tal y como lo hizo. Así que no se debe asumir responsabilidades que le corresponde a la otra persona.
Debes decidir qué hacer con la traición, si perdonar o actuar en consecuencia, o si vas a evitar a toda costa que te afecte más de lo necesario. Debemos darnos un tiempo para gestionar todo ese impacto emocional que sufrimos, y para ver todo desde otra perspectiva.
También es útil hacer un balance de lo ocurrido. Valorar que ha aportado esa persona a nuestra vida, y en función de ello decidir si podemos perdonar o no.
Opta por el perdón, aunque eso NO signifique continuar la relación. La vida es demasiado corta para vivir con rencor y no tenemos que dejar que ello nos traumatice ¿Por qué cargar con ese dolor para siempre si eso nos puede enfermar pasado el tiempo?
Finalmente …
No hay nada más doloroso que sentirse un objeto en manos de una persona sin escrúpulos morales; pero el tiempo y el amor en el corazón todo lo sana. Por consiguiente, la primera obligación de quien es traicionado es la de tratar de recuperar el equilibrio para seguir adelante.
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