Por María Laura García
La felicidad es ese paradigma que persigue todo el mundo mientras vive, y se hacen tantas reflexiones y tan diversas al respecto, todos los días, que justo hoy me encontré pensando en eso, ¿Soy o no feliz? ¿Qué es la felicidad? ¿Quién es más feliz? ¿El que menos necesita? ¿El que menos se apega, pero más da?
Para muchos la felicidad pudiera ser algo simbólico o alegórico, como por ejemplo comer algo bien rico y tener algo de plata en el bolsillo. Mientras que unos ven esto como algo muy temporal. En cambio, otros piensan que un millonario es muy feliz porque tiene dinero todos los días, pero quizás no les parece el suficiente o quizás estos se aburren tener la misma rutina. Pudiéramos llegar a ver incluso que el pobre no es feliz porque no ha aprendido a sentirse bien con lo poco que tiene y el rico quiere quizás desprenderse de los compromisos y responsabilidades para descubrir experiencias nuevas y regodearse de las cosas simples de la vida. Haciéndome entender esto, que la felicidad esta en el cómo se mira el mundo, se aprecia la vida y si vive cada minuto.
Para mí, sin duda, la felicidad son momentos, es tener bienestar físico y mental; es tener la capacidad emocional de disfrutar esa plenitud que te da el sentirte bien y agradecerlo todo, cuando vives en ese estado de conciencia que te hace capaz de tener más momentos felices. Hay gente que mientras tiene salud, que no le duele nada y respira bien, lo vive como algo normal y no aprecia un valor tan importante como lo es la salud. Por ejemplo, que maravilla es poder abrir los ojos con serenidad y sin ansiedad, porque ha aprendido a manejarse entendiendo que la vida se construye pasito a pasito y las soluciones también. Para mi despertar así es una forma de ser feliz.
Aquí comencé con lo meramente mental, pero ¿Qué puede ser felicidad para mí? Por ejemplo, representa, algo tan simple como poder comerme mi arepa con café en la mañana, tal vez para otro eso no sea un hecho que lo llene de gozo, porque piensa o sueña en un desayuno más ostentoso o en hacerlo fuera de casa, por eso pienso que la felicidad es directamente proporcional a tus necesidades y crecimiento espiritual.
Ciertamente, este es un buen tema para reflexionar y hacernos muchas preguntas…
¿Por qué, a pesar de tenerlo todo, hay personas que no son felices? ¿Por qué algunos necesitan de otros para ser feliz? ¿Qué puede darte mucha felicidad? ¿Realmente necesitamos alguna razón para ser feliz? ¿Qué te hace feliz en menos de un segundo?
Insisto, pienso que las personas más plenas, son aquellas cuyas necesidades son simples o necesitan menos, porque finalmente, si eres feliz con lo que tienes, entonces seguramente serás más feliz que el que tiene más, ya que tener mucho es muy diferente de tener lo que necesitas. Son dos cosas diameltralmente distintas.
Leí alguna vez esto y me encantó: “El camino de la vida se puede comparar con la experiencia del viajero frecuente, es mejor viajar con poco equipaje”.
Querer tener más y más, es señal de ambición, esto no es negativo, el tema es que puedas sentirte satisfecho con eso que persigues. Una persona ambiciosa no siempre es feliz porque no se da tiempo de disfrutar sus logros cuando ya está persiguiendo otros.
Lo único verdaderamente lapidario, aunque casi siempre se tiene poco claro, es que la vida no es más que tiempo, el tiempo que Dios o la naturaleza (según sean tus creencias) nos permite estar vivos, por tanto es poco el que tenemos para prender a sentirnos felices.
Otras preguntas que debemos hacernos llegados aquí son: ¿la madurez espiritual o inteligencia emocional son las que nos hacen sentir la felicidad? ¿Cuánto más inteligente se es intelectualmente se es menos feliz? ¿Qué necesitamos para ser feliz el día de hoy? ¿Qué se necesita para vivir bien y ser feliz?
Los muy inteligentes necesitan desafíos más altos y reflexiones profundas y muchas de esas curiosidades o necesidades los llenan de vacíos e incluso los aísla del entorno.
Depende, volvemos a mi punto de reflexión el día de hoy, depende de las aspiraciones de cada quien, porque el que más tiene o necesita y le quitan, pues sufrirá. La felicidad manejada en estos términos, es efímera y relativa, indiscutiblemente.
El que menos necesita, en términos materiales y emocionales, es más feliz porque no necesita tanto, esto no lo dudo ni por un segundo; ya que ninguna persona lo tiene todo, al menos de aquello que cree que necesita, por consiguiente, el gran aprendizaje de la vida es el sentirnos plenos y a gusto con lo que nos toca. Todos cargamos con historias de vida en las cuales hay sueños incumplidos, metas a medias, pequeños o grandes traumas, frustraciones, “fallas” de carácter o problemas no resueltos, en consecuencia el objetivo debe ser ganar en herramientas para superar todo esto y aprender a ser felices con lo que la vida nos dió.
Es más, pienso que abundan los que tienen cuentas bancarias muy abultadas o cuerpo perfectos que sufren en silencio depresiones, secretos o “carencias” que pesan.
He visto niños ser felices jugando con una pelota desinflada y niños con muchos juguetes infelices porque no tienen con quien compartirlos, solo con personal de servicio en su “hogar”.
Mis conclusiones…
El crecimiento emocional es lo que finalmente nos hará más o menos felices. Los seres humanos tenemos la capacidad de afrontar distintos tipos de dificultades, traumas, sufrimientos e incluso podemos aprender de nuestros errores, de lo contrario viviríamos sumidos en una miseria mental, por ello debemos buscar cultivar nuestro espíritu para sentirnos mejor.
Si en apariencia lo tienes todo y no eres feliz debes trabajar en tu interior, ir a terapia o buscar apoyo en los que te rodean, en aquellos que sientas que están mejor que tu emocionalmente, ya que una mala crianza o un trauma no determinado te puede estar imposibilitando el disfrutar “momentos” de felicidad.
Algo innegable, como lo dije al comienzo de esta reflexión, es que la búsqueda de la felicidad parece ser el principal objetivo de nuestra vida, aunque la realidad sea que no hay una meta que nos asegure la felicidad permanente, pues esta se trata más bien de un cúmulo de vivencias
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