Por María Laura García
Qué triste y agotadora se vuelve la vida cuando nuestro bienestar emocional se centra en el reconocimiento, el cariño o la aprobación que recibimos de los demás.
Qué agotador es vivir en función de lo que digan de ti los que te rodean o incluso de los «likes» que recibes en redes sociales, de la cantidad de seguidores o de los halagos que nos dan. Es un camino que, lejos de llenarnos, nos deja vacíos. Y por el daño emocional que esto puede significar, es el momento de aprender a ser felices con lo que tenemos, con lo que somos, y con lo que sabemos que hacemos y logramos a diario, sin importar lo que opinen los demás. Hacer las cosas para sentirnos satisfechos nosotros, sin que eso dañe a otros.
Esta necesidad excesiva de aprobación, como leí de la psicóloga Itziar García, es un aspecto crucial de la psicología humana, si nos basamos en la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow, la cual explica que la necesidad de reconocimiento y afiliación es un nivel vital para los humanos. Si bien todos nacemos con sintiendo la necesidad de mantener relaciones y de ser aceptados, el problema surge cuando se vuelve una dependencia, es decir, cuando nuestra valía personal se condiciona totalmente a la aprobación externa. Este desequilibrio nos lleva, sin duda, a una percepción distorsionada de nosotros mismos, nos desvaloramos o rechazamos porque autoconcepto y autoestima se ve mermado.
Las raíces de la inseguridad: crecen de la infancia a la adultez
Para comprender por qué esto ocurre, los especialistas nos invitan a revisar nuestra infancia, siguiendo la teoría del apego del médico y psicoanalista John Bowlby. Según Bowlby, el vínculo afectivo con nuestras figuras primarias en la infancia es crucial para nuestro desarrollo psicológico y social. Si hemos desarrollado un apego inseguro con nuestros padres en lugar de un apego seguro, es probable que hayamos interiorizado la creencia errónea de que somos inaceptables para los demás. Simple, cuando no nos sentimos ni aprobados ni queridos por nuestros padres.
Esto se manifiesta en la adultez a través de una elevada sensibilidad a la crítica. Nos resulta difícil decir “no” a las exigencias de los demás por miedo a su desaprobación. Y, en los casos más extremos, podemos llegar a atribuir intenciones negativas a las acciones de los demás, incluso cuando no hay razón lógica para ello. Estas creencias erróneas se convierten en un «autodiscurso interno» constante, con pensamientos como: “No soy nada a menos que me quieran” o “El rechazo es lo peor que puede suceder”. Estas ideas no solo nos roban la paz, sino que pueden incrementar los síntomas depresivos y ansiosos.
No esperar aprobación ¡La verdadera libertad!
«Dejar de buscar el reconocimiento de los demás» sino de nosotros mismos, evaluando lo que hacemos, entendiendo y abrazando nuestras luces o sombras significara la verdadera paz y libertad. Recuerden, el verdadero espejo no es el otro, somos nosotros mismos.
La búsqueda de reconocimiento externo es agotadora porque nadie puede darte algo que no te das tú. El juicio o el halago que recibes de los demás provienen de sus propias experiencias, de su ego, por lo tanto, no son un reflejo real de lo que eres. Es un espejo sesgado, por sus vivencias, no las tuyas.
Si nuestra vida gira en torno a esta búsqueda, estamos despreciando nuestro propio autodescubrimiento. El perfeccionismo, por ejemplo, es una clara manifestación de esta necesidad abrumadora de reconocimiento. La persona perfeccionista vive con un miedo atroz a la crítica y al rechazo, asumiendo responsabilidades que no le corresponden y buscando controlarlo todo. Este pavor le impide ser él mismo, le impide ser. Como afirmó el filósofo Arthur Schopenhauer, la felicidad es difícil de encontrar dentro de uno mismo, pero es imposible encontrarla en ningún otro lugar. La verdadera libertad se encuentra en nuestro interior y aflora cuando dejamos de oprimirnos.
El amor es un tesoro universal e inagotable que nos pertenece a todos. Pero para poder compartirlo, primero debemos enriquecernos a nosotros mismos. Deja de buscar esa aceptación externa, porque nadie te puede dar un amor más grande que el que tú mismo te puedes dar.
Tres pasos para recuperar tu amor y bienestar propio
Para dejar de buscar la aprobación de los demás y empezar a vivir una vida más auténtica y feliz, los expertos nos proponen una serie de enfoques que, aunque sencillos, requieren tiempo y práctica:
1. Desarrolla ideas racionales del rechazo que recibes. Cuando alguien reacciona negativamente, a menudo se debe a su propia percepción o a un problema ajeno a ti. No significa que haya algo mal en ti. La crítica no es un fracaso, sino una oportunidad. Trata de separar tus acciones de tu valor como persona.
2. Aprende a recibir la crítica objetivamente. Utiliza el método de los cuatro pasos. Primero, usa autoafirmaciones para mantener la calma y la objetividad. Segundo, pide detalles a la persona que te critica para saber qué comportamientos le resultan ofensivos. Tercero, evalúa la crítica y al crítico: no asumas que el otro es un mejor juez de tus intereses. Recuerda que tú sabes más de ti que cualquier otra persona.
Cuarto, escoge una respuesta y decide si vale la pena hacer cambios, basándote en lo que es mejor para ti.
3. Haz lo que realmente quieres o deseas hacer. Evita tomar decisiones impulsivas y adquiere el hábito de preguntarte: “¿Qué es lo que realmente quiero hacer en esta situación? ¿Qué sería lo mejor para mí?”. La clave está en aprender a identificar tus emociones con exactitud para saber si tus deseos se cumplen o se ven amenazados, pero no actúes sólo para complacer a los demás.
Finalmente …
El no depender de la aprobación o aceptación de otros, te permitirá entender que darte amor y valorarte, es tu total responsabilidad. Se trata de satisfacer tu necesidad de reconocimiento dándote tú mismo la valía que buscas desesperadamente afuera. Deja de esperar esa aceptación externa, porque el amor que necesitas ya está dentro de ti.
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