Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
Carlitos estudiaba tercer año de bachillerato en Maracaibo, como todo adolescente estaba muy pendiente de su apariencia física y junto a sus panas de la cuadra entre paralelas y pesas se ejercitaban en el parque para “sacar la mayor papa posible”, un caluroso medio día de marzo, llegó a su casa muy sediento, tomó un vaso de limonada con hielo y se fue a tomar una ducha con abundante agua fría, su voz venía cambiando desde hace ya algún tiempo y se le iban los gallos con frecuencia.
Se contempló en el espejo e inspeccionó la pelusa que a manera de mostachos poblaban su labio superior y parte de la barbilla, al igual que otra pelusa que invadía sus partes íntimas. Estaba a la expectativa de que tan generosa sería la naturaleza al otorgarle su dotación definitiva, cuando notó que existía una diferencia de tamaño entre sus dos testículos, que al correr de las semanas se fue haciendo cada vez más significativa.
Al principio se sentía muy contento y orgulloso con su testículo izquierdo que aventajaba por mucho al derecho y tenía la esperanza de que pronto se emparejaran el resto de sus partes. Pero Carlitos observó que ese testículo izquierdo además de gran tamaño se hacía cada vez más duro y pesado, lo que empezó a preocuparle, pero lo que más le angustiaba era a quien debía confesar tan extraña apariencia, cada día que pasaba la diferencia era más significativa y Carlitos lo mantenía en secreto sin atreverse a comentarle a nadie y menos a sus amigos quienes podía mofarse de él o hacer chistes de su condición.
En medio de una insomne madrugada, recordó cuando escuchó a su madre contarle a una amiga una frase que nunca pudo olvidar y que no había entendido del todo “a Carlitos le tardó mucho en bajar una de sus bolitas”.
Carlitos se armó de valor y fue a visitar a su tío, el médico, quien con mucha paciencia escuchó su relato, por lo que al proceder a examinarlo pudo corroborar lo que el relato del muchacho le hacía sospechar, Carlitos tenía un tumor testicular.
El tumor testicular es el cáncer más frecuente en hombres entre los 15 y 35 años de edad, generalmente se origina a partir de las células germinales de los testículos donde se producen los espermatozoides. Entre sus síntomas tenemos aumento de volumen de cualquiera de los testículos, así como dolor o molestia testicular, sensación de pesadez en el escroto, dolor sordo en el abdomen o ingle, acumulación repentina de líquido en el escroto.
El tumor testicular produce lesiones a distancia, las llamadas metástasis, primero a los ganglios de la parte superior del abdomen, luego a los de la parte baja y pelvis, más adelante a los ganglios del mediastino en el tórax, generando dolor y malestar por compresión, siendo la razón de buscar asistencia médica.
Los testículos se forman en el abdomen y progresivamente van descendiendo hasta alcanzar las bolsas escrotales al final del embarazo. En ocasiones, uno o ambos testículos, se quedan detenidos y no llegan a la bolsa escrotal por lo que se requiere tratamiento bien sea médico o quirúrgico para llevarlos a su sitio, de lo contrario se atrofian y pueden malignizarse.
Muchas veces la vergüenza inhibe al paciente y no busca ayuda oportuna, dejando que este tumor se extienda más allá del testículo y requiera no solo la cirugía sino tratamientos complementarios con quimioterapia o radio terapia para lograr controlar la enfermedad.
Carlitos Medina fue atendido de manera oportuna, con su valor y determinación, venció al miedo y la vergüenza logrando que su tío hiciera el primer diagnóstico y al ponerlo en manos de los especialistas practicaron estudios que corroboraron la presencia del tumor testicular sin lesiones a distancia por lo que bastó con la remoción quirúrgica de la lesión para su completa curación.
El cáncer de testículo es de los tumores que mejor sobrevida tienen y de los más sensibles al tratamiento tanto quirúrgico como su complemento con radio o quimioterapia con lo que se logran erradicar lesiones a distancia y lograr la completa remisión. Existen marcadores tumorales que se encuentran en la sangre los cuales se pueden identificar con un simple examen de laboratorio y nos sirven tanto para hacer el diagnóstico como para evaluar la efectividad del tratamiento aplicado.
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