El cáncer de mama puede cambiar la vida del hombre

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Por Caraota Digital 6 Min de Lectura
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Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa

Una brisa helada bajaba de la montaña aguijoneando las orejas lanudas del señor Elio, mientras una comezón en el pezón derecho servía de complemento a la incómoda travesía. Tenía por costumbre caminar entre el negocio y la casa, ubicada a unas cuadras del local.

El señor Elio trabajaba como dependiente en una librería del centro de la ciudad. Era un hombre algo robusto de baja estatura. Usaba lentecitos de lectura que siempre se deslizaban hasta la mitad de su perfilada nariz. Esa mañana se vistió con una camisa de cuello almidonado que le incomodó durante todo el día.

Entre septiembre y octubre el trabajo se torna agobiante por las ofertas que ofrecía la cadena de tiendas en las listas escolares, siendo necesario laborar horas extras dejando los útiles preparados para el día siguiente. Desde la esquina pudo observar un grupo de clientes haciendo cola en la puerta del local, quienes con paciencia esperaban entrar de primeros para ponerse en las mejores compras.

Los padres acompañados de sus niños no paraban de llegar y preguntar por el detallado de precios de los diferentes componentes de las listas, así como otros, interesados en los best seller más leídos en la temporada.

En su caminata de regreso se cruzó con un nutrido grupo de ciclistas que venían vestidos de rosado con globos inflados y perifoneando la necesidad de practicarse el autoexamen de la mama

Una cuadra antes de llegar a su vivienda el señor Elio comenzó a sentir mucho escozor en la tetilla derecha, la cual restregó por encima de la camisa, ya que estaba aún más dura en relación a los días anteriores. Pensó que en la casa “se les está pasando la mano con el Almidón”.

Al entrar por el estrecho zaguán de su vivienda, encontró a su mujer que iba de camino a la plaza, donde había un evento con motivo de lo que se ha dado en llamar el mes rosa, convocado por la sociedad que lucha contra el cáncer de mama.

El señor Elio se quitó la camisa frente al espejo de la peinadora, llamándole la atención que no solo estaba más dura la tetilla derecha, sino que al tocar salió un líquido por la punta del pezón con aspecto sanguinolento y la piel cercana parecía la concha de una naranja.

El señor Elio relaciono todos los síntomas y pensó que el almidón le estaba dando alergia, y por rascarse con frecuencia se había maltratado ocasionando todos los cambios que ahora estaba experimentando.

Al cabo de unas horas su mujer regresó de la plaza, después de intercambiar saludos, el señor Elio le contó de la incomodidad vivida durante el día por la camisa tan almidonada y los cambios observados en su pecho. Llena de preocupación ella le dijo: En el evento un doctor fue muy categórico al explicar: “los hombres también pueden sufrir cáncer de mama porque tienen tejido mamario. El uno por ciento de este cáncer ocurre en los hombres”.

Los días siguientes, el señor Elio repasaba una y otra vez la conversación con su mujer, comenzó a investigar en diferentes libros relacionados al tema donde confirmaban lo grave que puede ser el cáncer de mama en el hombre. Aterrorizado pidió cita con un médico especialista que le recomendaron en la librería, pero debía esperar una semana.

Las molestias se intensificaron haciendo necesario colocar una gasa sobre el pezón para evitar manchar sus camisas con aquella extraña secreción. Sus compañeros de trabajo lo notaron nervioso y distraído olvidando cumplir con los encargos de algunos clientes.

Llegó el día de la cita en una pequeña clínica al otro lado de la ciudad donde entró acompañado de su mujer. Con cara de circunstancia pregunto en la recepción por el Dr. Rajuela. Le señalaron el fondo de un pasillo bordeado por coloridos bancos plásticos, el cual transitaron tomados del brazo hasta encontrarse frente a una joven secretaria quien les facilitó una ficha que debieron llenar antes de la consulta.

Las pequeñas manos del señor Elio temblaban dificultando la escritura siendo necesario que su señora tomará los apuntes. A los pocos minutos de entregar la ficha el señor Elio conoció al Dr. Rajuela quien escuchó todos los síntomas descritos y le pidió pasar a la sala de examen.

Una vez terminado de evaluar, el Dr. Rajuela le hizo saber la necesidad de practicar una serie de estudios a la brevedad posible y su impresión bastante cierta deque pudiera tener tan temida enfermedad.

A partir de ese instante la acostumbrada paz y tranquilidad del señor Elio quedaron en pausa.

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