Por la Dra. Carmen Mantellini
La semana pasada conversábamos sobre el dolor durante las relaciones sexuales, la influencia que puede tener en el deseo sexual y lo dividíamos en superficial y profundo.
Esta semana hablaremos sobre el dolor o dispareunia profunda, y se define cuando ese dolor aparece durante el acto sexual o después de la misma. En este caso la penetración puede ocurrir sin problemas, pero el contacto profundo genera la aparición de dolor, siendo en ocasiones tan severo que no permite que continúe.
Por lo general, el dolor profundo está relacionado con enfermedades que requieren de tiempo para desarrollarse. Al igual que en la dispareunia superficial que comentábamos en el artículo de la semana pasada, en la profunda la causa más frecuente suele ser una infección, que puede estar localizada en el útero o extenderse hacia las trompas, ovarios o incluso tejidos adyacentes.
Dependiendo del alcance de la infección, la paciente estará más o menos afectada. En los casos más leves, un tratamiento con antibióticos en casa por una semana suele bastar para conseguir alivio, en otros requiere tratamiento por dos semanas y en casos más severos hospitalización con tratamiento endovenoso o cirugía. De ahí la importancia de consultar a tiempo para poder dar con el diagnóstico cuando apenas la infección está empezando. En todos los casos, sobre todo cuando se retrasa el diagnóstico y por ende, el tratamiento, se corre el riesgo de afectar la fertilidad.
En segundo lugar de frecuencia consideramos la endometriosis, una enfermedad benigna pero con un rango muy amplio de afectación. En esta enfermedad, las células del interior del útero se mantienen activas e invaden las capas internas del útero, y a través de las trompas, logran afectar la permeabilidad de las mismas, implantarse en los ovarios, en el recto y en todos los tejidos con los que logren tener contacto.
En esta enfermedad, sobre todo en sus inicios, el dolor suele aparecer y predominar durante la menstruación, pero con el pasar del tiempo se va haciendo persistente y va aumentando progresivamente de intensidad. Su tratamiento suele requerir tratamientos hormonales y no hormonales, así como también de cirugías para lograr el alivio del dolor e incluso recuperar la fertilidad.
Por último y no menos importante, debemos considerar la presencia de enfermedades malignas no diagnosticadas, que podremos evidenciar al momento de la valoración.
Así que si sientes dolor cuando tienes relaciones sexuales, no lo dejes pasar y consulta.
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