Por María Laura García
Son horas complicadas, ante las cuales podemos meternos en una burbuja como una herramienta de autoprotección y al mismo tiempo accionar, de la única forma que podemos aquellos que no ostentamos el poder: orando.
En estos momentos, ¿Quiénes de Uds. como Mafalda están diciendo: “Paren el mundo que me quiero bajar”? Muchos, ¿cierto?
En las circunstancias actuales, los que tenemos verdadera conciencia de todo lo que pudiera suceder a raíz de los conflictos globales que están en pleno desarrollo, sentimos tristeza, ansiedad y miedo, razón por la cual debemos por un lado resguardar nuestra salud emocional y física; y por el otro ser protagonistas de ese cambio de escenario deseado, aportando en lo espiritual para que ocurra el milagro de que estos horrores de la guerra no se expandan e incluso cesen.
Mi FE da para pensar, que es mucho lo que podemos hacer, los que no tenemos armas, a través de la oración. Sin duda, la oración es un espacio seguro para canalizar y expresar nuestras emociones sin juicio. Al verbalizar nuestros sentimientos de tristeza, miedo o rabia, gracias a la oración, podemos comenzar a procesarlos y liberarlos, más desarrollar una mayor resiliencia emocional para afrontar los desafíos de la vida.
Orando y para aquellos no creyentes meditando, se puede reducir los niveles de estrés y ansiedad con la sensación de paz interior y relajación que se logran soltando nuestras cargas emocionales. Confiando que ese ser superior tiene un propósito más elevado es más fácil relajarnos. La oración nos llena de confianza, esperanza y optimismo al saber que si somos genuinamente buenos todo sucede para bien, especialmente en momentos difíciles como estos.
Para mí, como creyente, la oración abre los sentidos para que el Espíritu Santo nos revele, nos guíe, nos consuele, nos llene de gratitud, humildad, compasión y perdón, que son fundamentales para el crecimiento espiritual.
Sin duda, para mí la oración es una gran herramienta de sanación emocional y espiritual en momentos aciagos como los actuales.
¡Cuidado! La angustia sostenida enferma …
Una respuesta emocional intensa y desagradable como lo es la angustia, afecta de manera negativa nuestra salud física y mental, según muchos especialistas que se han dedicado a estudiar lo que sucede en nuestro cuerpo cuando la sentimos.
Si sentimos miedo, ansiedad o angustia podemos experimentar problemas digestivos como por ejemplo gastritis, dolores de cabeza, insomnio o mal dormir, tensión muscular, e incluso tener valores irregulares de tensión arterial y frecuencia cardíaca. Cuando estamos preocupados o sobresaltados seguramente nos cuesta concentrarnos, pensar de forma adecuada e incluso tener ánimo para cumplir con nuestras responsabilidades.
Amigos, el cuerpo interpreta la angustia como una amenaza, activando el sistema nervioso simpático, lo cual nos prepara para «luchar o huir», aumentando la frecuencia cardíaca, la respiración, la tensión muscular y el estado de alerta, pero cuando esta respuesta se activa sin un peligro real frente a nosotros sino por las noticias que vemos en nuestros teléfonos, nos puede generar un gran malestar orgánico.
Tengamos en cuenta que estos niveles de cortisol e inflamación sostenidos en el tiempo seguramente nos enfermarán tarde o temprano.
¿Cómo calmarnos?
Para apaciguar un alma llena de angustia, es crucial encontrar formas de apaciguar la mente y el cuerpo.
Para mí, el comienzo es la oración, mi principal herramienta de relajación, pero también me ayudan la respiración profunda, el yoga, identificar y cuestionar pensamientos negativos conversando con mi familia y amigos. Es importante, no aislarse en momentos de angustia. Además, te invito a realizar actividades que te generen bienestar, como el ejercicio o pasar tiempo en la naturaleza. Recuerda que la actividad física libera endorfinas, que tienen un efecto positivo en el estado de ánimo. Realiza actividades que disfrutes, como leer, escuchar música o pasar tiempo con tu mascota.
Amigos, para mitigar el miedo y la ansiedad causados por la guerra, es vital mantener la calma, limitar la exposición a las noticias negativas y ocupar ese tiempo en todo lo que hasta ahora te he dicho, es decir, en orar, enfocarte en tu autocuidado, alimentarte bien y ocuparte en dormir lo mejor que puedas.
La preocupación por el futuro puede ser abrumadora así que concéntrate en tus tareas cotidianas y en el momento presente para reducir la ansiedad.
Finalmente …
En Santiago 5:16 se menciona que «la oración eficaz del justo puede mucho». La oración es una práctica que ayudará a enfocar tu mente, cultivar tu paz interior y fortalecer la conexión con algo más grande que uno mismo. En mi caso, es un lugar seguro, es mi refugio en momentos de ansiedad y miedo, pues me regala calma, claridad mental, valor y alimenta mi confianza. Me ayuda a encontrar la empatía, perdón y la disposición a buscar soluciones amables.
Entiende lo siguiente, al orar por la paz, puedes influir en las actitudes individuales y colectivas hacia el conflicto.
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