Cómo gastar la vida de la mejor manera: la reflexión de un domingo

Caraota Digital
8 Min de Lectura
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Por María Laura García 

La vida es un recurso tristemente finito y, sin embargo, frecuentemente nos comportamos como si fuera inagotable. En la vorágine de la semana, absorbidos por las rutinas, las responsabilidades y las exigencias de un mundo que no se detiene, olvidamos que cada momento que pasa es un momento que se gasta velozmente.

Nuestra existencia NO es un tesoro que debemos guardar celosamente, sino de una moneda que debemos invertir con sabiduría. Por eso trato de preguntarme a diario: ¿cómo la estoy gastando? ¿Lo haces? Pues te invito a siempre a cuestionarte al respecto.

Según Arthur C. Brooks, un profesor de la Harvard Business School, por ejemplo, desperdiciar la vida es dejarse arrastrar por comportamientos autodestructivos. Pero para mí va más allá. También es invertir nuestro tiempo y nuestra energía en cosas que detestamos hacer, que no nos aportan nada positivo y que no nos llenan. Lamentablemente es vivir en piloto automático, sin propósito, sin detenernos a pensar si el camino que recorremos nos conduce a donde realmente queremos ir, prácticas éstas que caracterizan la vida de muchas almas.

En este sentido, me acompaña siempre la frase de Almudena Grandes que uso como brújula: «La vida se gasta, simplemente» pero lo importante es que la gastemos de la mejor manera posible. De hecho, esta idea me fascina porque no pone el foco en el «gastar», sino en el fracaso que es “desperdiciar” lo cual debe ser poner de manifiesto que lo hagamos debe responder a una decisión o elección consciente de “gastar”. La vida se gasta, sí, la diferencia está en que somos nosotros quienes elegimos cómo. No se trata de ganar o perder el tiempo, sino de elegir cómo inviertes tu tiempo a diario. Insisto, se trata de elegir cómo gastas tu vida.

Mi ritual de recarga: Correr para reconectar

Yo he elegido gastarla invirtiendo en lo que me hace bien. En mi bienestar, en mi salud física y mental, en causas sociales que me llenan el alma, en las personas que valen la pena y, por supuesto, en hacer lo que me gusta, tanto en mi tiempo de ocio como en mi trabajo. Mi filosofía es que cada minuto que invierto en mí misma es un minuto ganado.

Uno de mis momentos de mayor catarsis es, sin duda, correr. No es solo un ejercicio físico, sino mi meditación activa. Es el espacio donde mi espíritu y mi cuerpo se reconectan. Es allí, al aire libre, donde las ideas fluyen con más claridad y donde recargo la energía que necesito para enfrentar la semana con vitalidad. Pero lo mejor de todo es la conexión que se genera con el entorno: me encuentro con gente bonita, con sonrisas y con una buena vibra compartida que me impulsa a darlo todo. Al final, el bienestar no solo reside en la actividad física, sino en las conexiones humanas o emocionales con lo esencial que vamos tejiendo.

Esta experiencia me recuerda lo esencial que es dedicar tiempo de calidad a uno mismo, especialmente un domingo. Se trata de encontrar ese equilibrio perfecto entre el descanso y la actividad o hobbies que nos nutren. Para mí, entre otras cosas, es esa corrida matutina que me conecta con la naturaleza, seguida tal vez por la tranquilidad de maratonear una serie, leer un buen libro o simplemente disfrutar de un café en silencio. Lo esencial es que nos regalemos ese espacio para que el cerebro y el cuerpo descansen de la rutina más puedan volver a recargarse.

Invertir vs. Desperdiciar: el mapa para no malgastar la vida

«Gastar la vida de buena manera» se puede interpretar como vivir “de verdad”. Implica no solo disfrutarla, sino también contribuir positivamente a que el mundo sea un mejor lugar. Se trata de:

  • Aceptar que la vida es finita, por lo cual no es aferrarnos a ella como si fuera eterna, sino aprovechar cada día al máximo.
  • Invertir la vida en lugar de malgastarla, dedicando tiempo y energía a actividades que nos llenen y nos hagan crecer intelectual, emocional y espiritualmente.
  • Trabajar por uno mismo y por los demás, incluso sin recompensa. Ayudar a otros, hacer favores y ser generosos sin esperar nada a cambio.
  • Atreverse y aceptar riesgos y desafíos, sin miedo al fracaso, es decir, lanzarnos a nuevas experiencias y aprendizajes.
  • Vivir con autenticidad y propósito, buscando un significado a la vida y actuar de acuerdo con nuestros valores.
  • Apreciar las pequeñas cosas y disfrutar el presente. Dale valor a todos los momentos y las relaciones significativas sin postergar la felicidad.

Cosas en las cuales malgastamos la vida…

En contraste, hay una lista de cosas que, si hacemos, estamos malgastando nuestros días. Si no quieres desperdiciar tu vida, te invito a reflexionar sobre estos puntos y evitar lo que te resta en lugar de sumarte:

  • Evita vivir en la inercia, que pudiera ser: sumergirte en las redes sociales o ver contenidos en plataformas de streaming, no salir de la cama o del sofá o no tener metas ni planificar nada. Oponte entonces, a vivir la vida que te fabrican o generan otros.
  • Niégate a actuar sin reflexionar tus decisiones o lo que haces a diario. Medita sobre tus errores y trata de que las circunstancias no te definan.
  • Trata de no situarte en el extremo de solo vivir para otros o la vida que otros quieren para ti. No te angusties por los problemas de los demás. Apoya hasta dónde puedas y pon límites.
  • Cuida tu bienestar por encima de todo y todos. Evita acostarte tarde todos los días o no desayunar, no hacer ejercicio físico, fumar, etc.. Aliméntate con esmero y tino.
  • Céntrate en no perder tu propósito, es decir, trabajar solo para gastar luego, jugar todo el día, no aprender nada nuevo y quedarte donde no eres feliz.
  • Nunca te conformes con lo que tienes, intenta siempre crecer, aprender y perdonar siempre.

Hoy me pregunto, y te pregunto a ti también: ¿Tú cómo sueles invertir tu tiempo diariamente para llenarte de energía y hacer cosas que te hacen bien? Cuéntame.

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