Sara Lia Monguí Rodríguez, una niña colombiana de apenas cuatro años, logró romper el protocolo durante las solemnes celebraciones del Jubileo en el Vaticano, todo para cumplir su sueño de recibir la bendición del papa León XIV.
Durante el pasado fin de semana, en medio del silencio ceremonial, una voz infantil se escuchó diciendo: “¡Papa, mi bendición!”, era la voz de la pequeña niña.
Su súplica, cargada de inocencia y fe, detuvo por unos segundos la rigidez del acto litúrgico y terminó en un gesto que se volvió viral. El papa León XIV se inclinó hacia ella para regalarle la bendición que tanto había soñado.
🫂✝️ Una niña de cuatro años se salta la seguridad del Vaticano para cumplir su sueño de recibir la bendición del papa León XIV: el tierno momento
👉 Al finalizar los actos litúrgicos y en medio de un estricto protocolo, una voz rompió el silencio: “¡Papa, mi bendición!” pic.twitter.com/INxV4IFCMA
— EL ESPAÑOL (@elespanolcom) September 30, 2025
EL SUEÑO DE LA NIÑA COLOMBIANA
La pequeña Sara viajó a Roma junto a sus padres, Leonardo Monguí Casas y Angélica Rodríguez, como parte de su compromiso con el Instituto Fe y Vida, un ministerio lasallista que trabaja con jóvenes en Estados Unidos y Latinoamérica.
La familia ha acompañado por años a adolescentes y catequistas en estas celebraciones, siempre con la niña como parte del camino.
No era la primera vez que lo intentaba. En el Jubileo de los adolescentes logró ver a Francisco antes de su fallecimiento y hasta consiguió la foto que quería. Más tarde, en el Jubileo de los jóvenes, lo intentó sin éxito. Este año, durante el Jubileo de los catequistas, el destino y la fe se aliaron para darle su tercera oportunidad.
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Ubicada en primera fila, Sara se adelantó con espontaneidad y «nos miró, nos dijo que quería ir, nos dijo chao papá, chao mamá, y salió corriendo”, recuerda su padre.
En un primer momento, logró estrechar la mano del pontífice. Pero al finalizar la misa, impaciente, levantó de nuevo la voz: “¡Papa, mi bendición!”, el sumo pontífice giró la mirada y sonrió, aunque siguió el rito. Pero Sara no se rindió y volvió a decir: “¡Papa León, mi bendición!”.
Entonces, el pontífice se inclinó hacia ella, posó sus manos sobre su cabeza y le otorgó la bendición personal que la niña había perseguido con tanta fe. “Lo más especial para ella fue que él le pusiera las manos sobre la cabeza. Eso fue lo que más le gustó en sus propias palabras”, cuenta Leonardo, visiblemente emocionado.
UNA FE CONTAGIOSA
Sara cursa Jardín en el Colegio San Francisco, en Puerto Colombia. Sus padres la describen como una niña sociable, incapaz de estar sola, siempre en busca de compañía y conversación. Pero lo que más sorprende en ella es su fe sencilla y auténtica, que incluso la llevó a romper el protocolo del Vaticano sin miedo ni duda.
Para la familia Monguí Rodríguez, el gesto del papa fue más que un momento emotivo, fue la confirmación de que los sueños de los niños también tienen un valor espiritual.
“Fue un verdadero milagro”, resume su padre. “Algo que parecía lejano y que, a través de Sara, se convirtió en una bendición también para nosotros como familia”.