Jim Carrey, protagonista de la icónica película de El Grinch reveló el suplicio que tuvo que pasar para interpretar al personaje verde, así como el riguroso entrenamiento al que lo sometieron.
«Fue como estar enterrado vivo», recordó Carrey en una entrevista ofrecida recientemente. El mayor problema que presentó con el Grinch era el largo proceso de maquillaje y las prótesis que el actor describe como «insoportables.
«El traje, los prostéticos, el maquillaje… Todo me causaba una sensación de claustrofobia insoportable”, confesó el actor de origen canadiense en el programa The Graham Norton Show de la cadena BBC.
El problema se agravó tanto que el director Ron Howard, y el productor Brian Grazer, tuvieron temor de perderlo. Lo peor del caso estaba en que sin Carrey la película no se podría rodar, ya que la viuda del creador del personaje exigió que él tenía que protagonizarla.
«Teníamos que mantener el maquillaje y teníamos que mantener a Jim, pero teníamos que encontrar una forma de hacer posible que soportase algo que se parecía a ser torturado», indicó Grazer. En ese momento tuvo una idea que lo cambió todo y tenía que ver con la intervención de la CIA.
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«¿Quizá un especialista de la CIA podría enseñar a Jim Carrey a sobrevivir el maquillaje verde del Grinch de la misma forma que entrenaría a espías para sobrevivir a un interrogatorio hostil?», relató Grazer, según SensaCine.
Por suerte el productor tenía a un conocido dentro de la CIA a quien llamó de inmediato. El especialista tenía la tarea de someter a Carrey a una rutina intensiva, idéntica a los entrenamientos de resistencia psicológica a los que se expone a los operativos de inteligencia ante eventuales torturas físicas o aislamiento.
Jim Carrey también recordó ese momento. «Trajeron a un tipo que entrenaba operativos de la CIA para soportar torturas. Así es como lo superé».
El entrenamiento duró un fin de semana completo, periodo en el cual el actor aprendió técnicas de control mental, distracción ante el dolor, y métodos para dominar el pánico.
Además, añadió que en los momentos más críticos escuchaba música de los Bee Gees para soportar las interminables sesiones de maquillaje, lo que le brindaba unos instantes de alivio y evasión.
«Ponía los Bee Gees todo el tiempo porque necesitaba una distracción y su ritmo era lo único que me mantenía a flote», relató Carrey.
Finalmente tanto sacrificio rindió sus frutos, ya que El Grinch se convirtió en un éxito en taquilla y una de las películas icónicas de la temporada navideña.

