Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
El mismísimo presidente Marcos Pérez Jiménez dio la orden de “disfrutar los carnavales en grande”, era el año de 1956, toda Venezuela estaba concentrada en las fiestas del Rey Momo. Elegantes carrozas de múltiples colores e ingeniosa decoración, coronadas con las más bellas señoritas de la época, bajo una colorida lluvia de papelillos y serpentinas desfilaban cual muñecas de ensueño, saludando con el suave vaivén de la mano y una espléndida sonrisa,
Grupos de niños en cada esquina, vigilados con gran celo por sus representantes, gritaban con emoción al paso de la comparsa “aquí es, aquí es”, siendo premiados con montones de caramelos, lanzados desde lo alto de las carrozas. Por la noche se organizó una fiesta popular de disfraces, en la concurrida Plaza de Capuchinos amenizada por varios conjuntos de la época. La excitación colectiva atraía a los más diversos personajes, con diferentes disfraces de particular diseño asistían a la convocatoria.
Dos agentes de la temida Seguridad Nacional, quienes se encontraban de licencia aquel día, se animaron y disfrazados de Dominó llegaron a la plaza, pasadas las nueve de la noche. También unos peluqueros de San Juan conocidos con los apodos de Florindo y Machetico, decidieron disfrazarse de negritas, ubicándose cerca de la tarima donde el ruido disimulaba sus voces y con seductoras contorsiones al son de la música lograron captar la atención de los agentes, quienes, emocionados, las sacaron a bailar.
El más fornido, alias Suela Espuma, se sentía muy atraído por una de las negritas, la cual le llevaba el paso divinamente y lo embriagaba con su perfume de mujer bonita. Así transcurrieron unas dos horas en medio de un contagioso júbilo colectivo, hasta comenzar los boleros interpretados por un joven cantante llamado Felipe Pírela.
La tan escuchada canción, Frenesí, servía de fondo a la pareja mientras Suela Espuma acariciaba suavemente la espalda de la negrita, ella recostaba tiernamente la cabeza sobre su pecho. No habiendo terminado la canción Suela Espuma se percató del engaño, que corroboró al tocar la entrepierna de la negrita. Florindo dio un grito de dolor, pero Zuela Espuma de inmediato lo apunto con su arma y lo conmino a salir disimuladamente de la plaza, donde su compañero lo esperaba en un Packard color negro decomisado a un médico detenido en la Seguridad por atender a la madre de un connotado perseguido político.
Ya dentro del carro, Zuela Espuma le quitó la careta de negrita a Florindo y le atino varios puñetazos en la cara, mientras le daba instrucción a alias El Bachiller de dirigirse hacia el norte de la ciudad, hasta que llegaron al puente El Guanábano famoso por sus múltiples suicidios le decían El Revolver de Los Pobres.
Florindo suplicaba por su vida, pero Zuela Espuma cegado por la ira, lo cargó en peso y lo arrojó por la baranda del puente, observando como la negrita desapareció en la oscuridad. Esa noche un milagro salvó a Florindo, quien cayó a horcajadas sobre una gruesa tubería pasada de un lado al otro, dos metros debajo del puente, así salvó su vida, pero sufrió un fuerte impacto sobre la pelvis.
Unos transeúntes cuando escucharon sus quejidos y gritos de auxilio lo trasladaron al Puesto de Socorro en la esquina de Salas, donde fue atendido por el Dr. Palomares quien diagnosticó lesión traumática del periné con fractura de ramas isquio-pubianas acompañada de severa lesión de uretra.
La uretra es el conducto que lleva la orina desde la vejiga al exterior del cuerpo, teniendo un largo trayecto en los hombres, donde finalmente se abre en la punta del pene a través de un orificio, llamado el meato uretral. La uretra se divide en tres segmentos de acuerdo a sus relaciones y posición: uretra prostática, membranosa y peneana.
Los traumatismos en la región del periné pueden ocasionar con más frecuencia, lesión de la uretra membranosa que es la menos protegida. Esta se manifiesta por dolor o imposibilidad de orinar, salida de sangre a través del meato uretral, así como inflamación y coloración violácea de toda el área.
Las lesiones de uretra requieren tratamiento quirúrgico de emergencia, entre ellos se puede derivar la orina a través de una cistotomía consistente en una punción de la vejiga a través de la cual se coloca una sonda para dejarla la uretra en reposo y el tratamiento definitivo es diferido. Otra opción es practicar un abordaje directo de la zona traumatizada para repararla o resecarse y anastomosarse. Igualmente se deja una sonda para mantener en reposo el conducto mientras cicatriza.
Las lesiones de uretra pueden presentar diferentes complicaciones entre ellas la estrechez, la incontinencia, la formación de fístulas, así como también la disfunción eréctil. Florindo fue oportunamente atendido, pero la lesión de uretra le dejó una estrechez que requirió dilataciones de por vida, por lo que a menudo se le veía con lentes oscuros y sombrero, asistiendo a la consulta del Dr. Palomares.
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