40 migrantes venezolanos denunciaron torturas y abusos que sufrieron en la cárcel del Cecot en El Salvador

Angel David Quintero
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Las organizaciones internacionales Human Rights Watch (HRW) y Cristosal publicaron un informe en el que señalaron que al menos 40 de los 252 migrantes venezolanos que estuvieron privados de libertad de manera arbitraria en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), de El Salvador sufrieron torturas e incluso abuso sexual.

Estas personas estuvieron varios meses en estado de indefensión y sin haber cometido ningún delito. El gobierno de Donald Trump los acusó de terrorismo  y violó sus derechos fundamentales como el derecho a la defensa o a un juicio justo, para poder de esta forma deportarlos a la prisión de máxima seguridad en El Salvador.

Una vez en el Cecot muchos llegaron a pensar en quitarse la vida debido a un patrón de tortura física, sexual y psicológica que sufrieron algunos de ellos.

HRW y Cristosal acusaron en su informe al Cecot de violaciones sistemáticas de derechos humanos. Asimismo, señalaron a Estados Unidos de complicidad en torturas, desapariciones forzadas y otras violaciones.

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MALOS TRATOS DESDE LA LLEGADA

«Desde que me bajaron del avión empezó la pesadilla», comentó Gonzalo, un joven de 26 años del estado Zulia. Al bajar del avión un guardia lo golpeó en la nuca con un bastón.

Asimismo, aseguró que todos los migrantes sufrieron el mismo trato. Cuando los trasladaron al Cecot, los golpes siguieron. «El director de la prisión nos dijo: ‘Llegaron al infierno’».

Según los entrevistados por HRW y Cristosal, una vez en la prisión los guardias los golpearon periódicamente con patadas, puñetazos y bastones. Algunos de esos momentos fueron durante requisas diarias de las celdas y después de la visita que hizo la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, en marzo.

«Nos sacaban de la celda a todos, nos colocaban en posición de requisa, arrodillados, esposados de manos a la espalda y con los brazos en la cabeza, y nos golpeaban con los bastones, patadas y puños, y luego nos dejaban arrodillados durante 30 o 40 minutos», dijo Tirso Z.

En una decisión histórica, la Corte Suprema de EEUU respaldó al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, permitiendo la deportación sumaria de venezolanos bajo la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798.  
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El informe también revela que tres de los migrantes denunciaron haber sufrido violencia sexual. Además, la mayoría de los entrevistados dijeron que sufrían humillaciones constantes por parte de los guardias, quienes les decían que «nunca saldrían con vida», y que «nadie sabía que estaban allí», todos estos comentarios hicieron que varios de los migrantes empezaran a tener pensamientos de quitarse la vida, al menos uno aseguró que lo intentó.

«Caí en depresión. Quería suicidarme porque pensaba que, muerto, iba a estar mejor. Al final, lo único que me daba fuerzas es Dios, y mi familia, mi esposa, mi hija y mi madre», contó Nelson, según el reporte.

Jerce Reyes, José Mora y Rafael Martínez afirmaron haber sido golpeados con frecuencia por los guardias, a menudo por desobedecer las estrictas normas de la prisión o por razones que consideraban injustificadas.

La administración del presidente de EEUU, Donald Trump, afirmó que los migrantes venezolanos deportados a El Salvador no enfrentan riesgos de tortura en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una prisión conocida por sus condiciones extremas.  
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A Martínez una vez lo castigaron por sacar la cabeza entre los barrotes de la celda cuando se sintió mal. En ese momento lo llevaron a otra celda, donde unos ocho guardias lo golpearon y le fracturaron el brazo derecho.

«(Los guardias) nos torturaron física y psicológicamente», indicó Mora.

«Cuando protestamos, nos dispararon a quemarropa con balas de goma, directamente dentro de la celda. Éramos como gallinas o ratas encerradas… y nos dispararon con balas de goma», añadió.

Human Rights Watch y Cristosal concluyeron en su informe que aproximadamente la mitad de los venezolanos enviados al Cecot no tenían condenas penales y solo el 3 % había sido condenado en Estados Unidos por un delito violento o potencialmente violento.

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