La Niña provocará invierno con frío extremo en el norte y sequía en el sur de Estados Unidos

Luis Alfredo Ledezma
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Estados Unidos se dispone a enfrentar un invierno influido por el fenómeno climático La Niña / Archivo

Estados Unidos se prepara para un invierno inusualmente severo bajo la influencia del fenómeno climático La Niña, que ya comenzó a desarrollarse en el Pacífico ecuatorial.  

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), este evento se extenderá hasta principios de 2026 y, aunque se prevé de baja intensidad, tendrá un impacto significativo en los patrones meteorológicos del hemisferio norte.  

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Las consecuencias más notables se sentirán en la dinámica atmosférica de latitudes medias y altas, donde se anticipan vórtices polares más frecuentes y un marcado descenso de las temperaturas. 

El comunicado de la NOAA indica que, entre diciembre de 2025 y febrero de 2026, extensas regiones del norte del país registrarán temperaturas inferiores a lo habitual y una mayor probabilidad de lluvias, mientras que el sur enfrentará un aumento térmico acompañado de un agravamiento de la sequía. 

La NOAA recomienda a comunidades y sectores críticos actualizar planes de contingencia / Archivo

¿QUÉ ES LA NIÑA?  

El fenómeno de La Niña se caracteriza por el enfriamiento de las aguas del Pacífico tropical, lo que altera la circulación atmosférica global. En el caso de Estados Unidos, efectivamente, se traduce en inviernos más fríos en el norte y condiciones más secas en el sur. 

En concreto, las masas de aire ártico podrían descender con mayor intensidad, provocando olas de frío extremo en regiones como el Medio Oeste, el noreste y las Grandes Llanuras. Por otro lado, estados del sur como Texas, Florida y California podrían enfrentar sequías prolongadas y menor actividad de lluvias. 

Por tanto, meteorólogos advierten que estas condiciones podrían afectar la infraestructura, el transporte y la salud pública, especialmente en zonas no acostumbradas a temperaturas tan bajas. 

Además, se espera un aumento en la demanda energética por calefacción o uso de aires acodicionado (en los estados con subida de temperaturas), lo que podría impactar los precios del gas y la electricidad. 

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