Una estatua satírica que mostraba al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y al fallecido financiero y delincuente sexual Jeffrey Epstein tomados de la mano fue retirada apenas 24 horas después de su instalación en la Explanada Nacional de Washington D.C.
La estatua, titulada Best Friends Forever (“Mejores amigos por siempre”), fue creada por el colectivo artístico The Secret Handshake y colocada frente al Capitolio como una provocación política y crítica visual a la relación entre ambas figuras.
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La escultura, elaborada con espuma y resina pintada para simular bronce, mostraba a Trump y Epstein sonrientes. Ambos con una pierna levantada y placas irónicas que celebraban “el vínculo duradero” entre ellos.
Aunque el grupo supuestamente contaba con un permiso del Servicio de Parques Nacionales (NPR) para mantener la obra hasta el domingo, las autoridades la retiraron. La remoción se realizó de madrugada, lo que generó todavía más controversia.
Sin embargo, un portavoz del Departamento del Interior dijo al NPR que la estatua fue retirada «porque no cumplía con el permiso emitido». Pero, lo controversial para muchos, es que no se especificó cómo.
POLÉMICA POR EL RETIRO DE LA ESTATUA
The Secret Handshake acusó a la administración Trump de retirar ilegalmente la estatua. Todo, como parte de una supuesta ofensiva contra el discurso con el que no está de acuerdo.
«Los liberales son libres de malgastar su dinero como les parezca, pero no es novedad que Epstein conocía a Donald Trump, porque Donald Trump lo expulsó de su club por ser un pervertido», dijo en respuesta la portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, al medio NPR este miércoles, 24 de septiembre.
Como se sabe, a Jeffrey Epstein lo señalaron por delitos de explotación sexual de menores y trata de personas. Por tales acusaciones terminó detenido en 2019 y falleció en una cárcel federal en circunstancias que generaron gran controversia, aunque el FBI confirmó que se trató de un aparente suicidio.
Sus conexiones con personalidades influyentes —entre ellas Trump, Bill Clinton y el príncipe Andrés del Reino Unido— han estado bajo un fuerte examen público y político en Estados Unidos.
