En una votación reñida y cargada de tensiones geopolíticas, la activista cubana Rosa María Payá fue elegida este viernes, 27 de junio, como nueva integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), respaldada firmemente por EEUU.
Su nombramiento se dio durante la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en Antigua y Barbuda, donde obtuvo 20 votos, superando por uno a Marion Bethel de Bahamas.
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La elección de Payá no solo representa un triunfo personal, sino también una jugada estratégica de Washington en un contexto regional cada vez más polarizado.
La candidatura de Payá fue impulsada con fuerza por el Departamento de Estado estadounidense, que la presentó como una defensora incansable de los derechos humanos y la libertad en América Latina.
Su trayectoria incluye la fundación de la plataforma Cuba Decide y múltiples reconocimientos internacionales. Sin embargo, su postulación generó resistencia por parte de varios países latinoamericanos, entre ellos Brasil, México, Colombia y Chile, que cuestionaron tanto el proceso como el perfil político de la candidata.
Brasil, en particular, lideró una campaña diplomática para frenar su elección, promoviendo a su propio candidato, Fabio de Sá e Silva.
La disputa por el tercer puesto en la CIDH entre Sá e Silva y el mexicano José Luis Caballero Ochoa quedó sin resolución tras una segunda vuelta sin mayoría, lo que obligó a un cuarto intermedio para buscar una salida política.
APOYO ESTADOUNIDENSE
Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, ha respaldado sin titubeos la candidatura de Rosa María Payá a la CIDH, una activista con la que mantiene una relación de años.
En el bloque contrario se posicionaron, por afinidad política e ideológica, los presidentes Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Claudia Sheinbaum (México), todos con vínculos cercanos al régimen cubano de Miguel Díaz-Canel.
Hasta el miércoles, Rosa María Payá contaba con pocas probabilidades frente a los postulantes de Bahamas, Brasil y México, que se respaldaban mutuamente con el bloque de votos del CARICOM —14 en total— y el apoyo de países de la OEA afines a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Sin embargo, un giro inesperado se produjo tras un discurso del subsecretario del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Chris Landau. Este, básicamente, expresó el creciente malestar de la administración del presidente Donald Trump con el rumbo de la OEA. Para muchos analistas, sus palabras marcaron un punto de inflexión en la dinámica de la votación.