Por María Laura García
“No es la felicidad lo que nos hace agradecidos; es la gratitud lo que nos hace felices” (David Steindl-Rast).
Los especialistas hablan a diario sobre la gratitud como un antídoto para la apatía y la tristeza y, estoy segura que TODOS, rápidamente, olvidamos lo maravilloso que es ver la vida desde esa perspectiva en la cual el foco está en aquello bueno que tenemos e, inmediatamente, pasamos de esa mirada amable a centrarnos en lo negativo que nos sucede o en aquello nos falta. Según ciertos expertos en psicología esto puede deberse a la tendencia aprendida durante siglos de estar a la defensiva anticipando el peligro como herramienta de sobrevivencia y protección, es decir, tenemos tendencia a la negatividad.
Siento que sí, viviéramos cada minuto desde la gratitud pudiéramos darle un nuevo valor a nuestra vida, porque eso de tener real consciencia de aquellas cosas que solemos dar por descontado, recibiéndolas con el mismo sentimiento de gratitud con el que recibimos un regalo valioso e inesperado, ésta actitud impregnaría nuestra vida de una vibra totalmente distinta, mucho más positiva, tanto que hasta sería mucho más armoniosa nuestras relaciones con el entorno.
Yendo un poquito más allá solemos poner condiciones para sentirnos agradecidos y, por lo tanto, para ser felices. Recientemente leí; “el secreto está en abrazar el misterio de la vida, que implica luces y sombras, llantos y alegrías”. Las alegrías se gradecen, no se viven como si fuera algo “normal”, por ello, todo lo bueno yo lo asumo como un milagro, como un regalo de Dios. Mientras que el llanto, como una lección de lo cual debo sacar un aprendizaje y como algo necesario para crecer y hacerme un mejor ser humano.
Estar muy despiertos para poder agradecer…
Amigos existe una relación estrecha entre sorpresa y gratitud ¿Por qué?: Porque en la medida en que estemos despiertos para notar cuando la vida nos sorprende, en esa misma medida notaremos todas esas pequeñas cosas por las cuales podemos decir ¡Gracias! a diario. Y esa gratitud; será la “medida” de nuestra vitalidad.
Permanentemente damos por sentado el buen clima, un día soleado, una luna llena, que alguien nos brinde un café, nuestro trabajo, la arepa de la mañana, que alguien nos llame para preguntarnos cómo estamos y hasta a nuestra familia. Señores cada una de estas cosas pudieran NO existir ¿Te lo has planteado?
Se habla de positivismo tóxico, pero también se pudieran visibilizar las aspiraciones excesivas que nos imponen las redes, de la anticipación permanente, de la idealización y de la poca resistencia a los problemas que marcan las vidas de todos convirtiéndoles en zombis insatisfechos y deprimidos. Vivimos aspirando la satisfacción inmediata y haciendo culto del éxito exterior.
La alegría que regala la gratitud…
Esa felicidad que todos alaban y desean está supeditada para la mayoría de las personas a los acontecimientos, mientras que la alegría que es genuina emerge de la felicidad extraordinaria que es independiente de lo que ocurre, es decir, nace del corazón agradecido. Por tanto, la buena suerte nos hace felices, pero no nos da la alegría perpetua o real. Precisamente porque la raíz de la verdadera alegría es la gratitud.
¿Has notado que las personas alegres son agradecidas? Su alegría brota de su gratitud. Vemos a seres humanos que tienen toda la suerte del mundo, pero no la valoran o agradecen, y son infelices; pero, al contrario, aquellos que son agradecidos, incluso ante la mala suerte, sienten alegría porque su sabiduría los lleva a ver lo bueno en lo que no lo es.
Entonces asume que tenemos la llave de la felicidad en nuestras manos, pues no es la alegría lo que nos hace agradecidos, sino la gratitud es lo que nos hace alegres. Por ello, son sabios los que practican la gratitud, cada día, como forma de vida.
¿Qué diferencia a un agradecido de otros?
La gratitud, sin duda, cura el alma, pero según estudios, resulta que también puede reportar beneficios a nuestra salud. Al parecer las personas agradecidas tienen un corazón más sano, un sistema inmune más fuerte y manejan mejor el estrés.
Ahora bien, ¿Cómo hago para vivir desde el agradecimiento?
Para comenzar, pon el foco en esas pequeñas cosas que sueles dar por sentado, o a las cuales no les prestas atención. Una canción que suena mientras el sol brilla, el aroma de la lluvia, o una carcajada que relaja todos los músculos del cuerpo. Los que agradecen se alegran por estas “tonterías” que no lo son tanto.
Si comienzas a escribir estas cosas a diario, se te haría más sencillo poner atención en ese sin número de “detallitos” que hacen nuestra vida más amable día a día.
Cuando aprendas a agradecer, devolverás eso bueno que recibes a diario, haciendo cosas por los demás, ayudándolos. Compartir con los necesitados es la expresión más pura de gratitud. De hecho, diversos estudios apuntan que promueve la longevidad, reduce el estrés y el riesgo de padecer depresión.
“Sentir gratitud y no mostrarla es como envolver un regalo y NO entregarlo.” Escribió William Arthur Ward. Te invito a mostrar tu gratitud para enriquecer tus relaciones e incrementar la felicidad propia y de otros.
Ya para cerrar la gratitud supone estar claros de todo lo que tenemos, incluso en los peores momentos de nuestras vidas, para no perder la sonrisa del rostro. Tener presente todo aquello por lo cual debemos agradecer, es decir, el recordar lo bueno que has vivido, te ayudará a no perder la esperanza y a tener claro que todo puede ser mejor, porque nada es permanente, ni lo negativo. Aprende a vivir el momento a plenitud, en el aquí y en el ahora, eso te hará más consciente. Invierte tu tiempo con las mejores personas y agradece por ellas, por todo.
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