Por la Dra. Carmen Mantellini
Terminaron las vacaciones, empiezan las clases y con ellas tantas reuniones y fiestas. Así que para nuestros adolescentes, pueden presentarse ocasiones en las cuales estén expuestos al consumo de alcohol. Más allá de la legalidad en el consumo, es muy importante entender y conocer su impacto en la salud y desarrollo físico, sexual y mental.
En la medida que los adolescentes están creciendo, pasan por cambios no solo en su desarrollo neurológico, sino también en sus órganos. Esto es cierto particularmente en el cerebro. En ellos ocurre una reorganización amplia y continua en las interconexiones neuronales hasta entrados sus 20s, lo que va a resultar en las herramientas cognitivas, emocionales y sociales necesarias para no sólo sobrepasar la adolescencia sino para lograr sus metas en la vida adulta, pero este período de grandes cambio, también los hace vulnerables a los efectos del alcohol.
Esta neuroplasticidad como también se le conoce, les hace más propensos a tomar impulsivamente, o binging, que es igual a beber 4 o más tragos en las adolescentes y 5 o más en los adolescentes en un período de 2 horas, este número necesario, puede ser menor dependiendo de la edad y la constitución física.
Está manera de tomar impulsivamente se propicia por la presión de sus pares en este tipo de eventos. Para muchos expertos, el inicio del alcohol en casa, junto a los padres, suele tener un efecto contrario al esperado. El mensaje puede interpretarse como, si se puede consumir, y aún estando adultos cercanos en casa, esto no evita que los jóvenes caigan en el consumo impulsivo.
El consumo en edades tempranas, durante la adolescencia, se ha relacionado con alteraciones en la reorganización neuronal, llegando a producir reducción en el desarrollo del lóbulo frontal, necesario para la toma de decisiones, del hipocampo, en donde se desarrolla la memoria, la amígdala que está relacionada con la percepción y respuesta al miedo y en el desarrollo del cuerpo calloso, una estructura que permite la comunicación entre ambos lóbulos cerebrales.
Además, la exposición temprana del hígado al alcohol, lo hace más vulnerable a cambios que favorecen la cirrosis en la vida adulta.
Apartándonos de las alteraciones físicas o neurológicas, el consumo de alcohol favorece el abuso sexual y las relaciones sin protección, lo que particularmente en las niñas, las expone no sólo a una infección por gérmenes de transmisión sexual, sino a tener un embarazo no planificado.
En mi opinión y en la de tantos expertos, no hay por qué entrenar a los adolescentes en casa, por el contrario, debemos intentar distanciar lo más posible el inicio del consumo alcohol, con educación y reeducación, para permitirles así alcanzar su máximo potencial de desarrollo.
Si deseas conocer más de este tema, visita mis redes sociales @Dramantellini.
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